UA-72659567-1 El origen del agua: ¿Cómo sucedió?
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El origen del agua: “Ni se crea ni se destruye…

…sólo se transforma”. Parafraseando al insigne químico francés Antoine Lavoisier en su ley de conservación de la materia enunciada en 1785, el título de este post desea llamar la atención sobre el hecho de que el agua que llena los océanos y mares en la Tierra, los lagos, el agua que discurre por ríos y se acumula en grandes extensiones de nieve y hielo en los casquetes polares y en cordilleras y cumbres más elevadas, toda esa agua fue creada hace unos 4.000 millones de años. Desde entonces no se ha vuelto a crear agua en la Tierra. El agua que hoy bebemos y que utilizamos para regar nuestros campos, es la misma que se formó hace nada más y nada menos que ¡40 millones de siglos!


Gracias al renombrado “ciclo hidrológico del agua” por el cual, tras los procesos de evaporación y posterior condensación, regresa de nuevo el agua a la Tierra en forma de precipitaciones, nos permite utilizar este recurso natural… Pero, ¿seguirá así indefinidamente?



¿Hay suficiente agua dulce?


El agua es un compuesto químico muy estable y a la vez muy simple, formado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, el primer y tercer elemento más abundante en el universo –entre ambos se encontraría el helio-. El agua es la única sustancia que existe en la naturaleza en los tres estados de la materia. Existe en estado sólido como hielo en los glaciares, casquetes polares y en las cumbres y cordilleras más altas, se encuentra como líquido en océanos, mares, lagos, ríos y aguas subterráneas, la encontramos en forma de rocío en la vegetación y, finalmente como gas o vapor de agua, existe en forma de niebla, vapor y nubes.


El agua de los océanos y mares constituye aproximadamente el 97% del agua presente en la Tierra, y es salada porque contiene materias sólidas disueltas tales como cloruro sódico, potasio, magnesio y calcio entre otras. El 3% restante es agua de ríos, lagos, lagunas, aguas subterráneas, hielos permanentes y glaciares, que, generalmente, es dulce.


Los casquetes polares y glaciares almacenan un 1,70% del total de agua en la Tierra (69% del total de agua dulce), las aguas subterráneas un 0,76% del total de agua (30,1% del agua dulce) los lagos sólo un 0,007% del total de agua (un 0,26% del agua dulce). La humedad del suelo acumula el 0,05%, la atmósfera el 0,04%, los embalses un 0,03% y los ríos tan sólo el 0,006% del total de agua dulce. Estos datos dan idea de lo reducida que es la reserva de agua dulce disponible en comparación con el total del agua existente. Por ello la disponibilidad de agua resulta un grave problema en buena parte del mundo, hasta convertirse en una de las principales preocupaciones de los gobiernos de muchos países.


El volumen total de agua de la Tierra es pequeño comparado con nuestro planeta. En la imagen se aprecia lo que representa ese volumen comparado con el volumen de la Tierra. (NASA)



¿Cómo se creó el agua que hoy bebemos?


Aquí nos topamos con una pregunta que aún no tiene una respuesta científica definitiva. La teoría más antigua o teoría volcánica, supone que debido a colosales reacciones producidas a altas temperaturas y presiones, las moléculas de agua se formaron en el interior de la tierra y fueran expulsadas en forma de vapor hacia el exterior a través de la actividad volcánica del planeta. Posteriormente se condensaron en una lluvia interminable y formaron los mares y océanos, en un proceso que se extendió durante millones de años.


La teoría más reciente o teoría de los cuerpos extraterrestres atribuye que el agua llegó a nuestro planeta en los millones de asteroides y de cometas que impactaron contra la Tierra y que provenían de una zona relativamente cercana denominada cinturón principal y también de una vasta región situada entre Marte y Júpiter.


Actualmente hay dos proyectos de sondas espaciales para analizar los cometas del cinturón principal: la sonda Proteus, de la NASA, y la sonda Castalia de la ESA, cuyos lanzamientos no se prevén hasta el año 2030. Se espera que tras los datos que proporcionen estas misiones y los posteriores análisis, se pueda esclarecer definitivamente el origen del agua en nuestro planeta.


Pero hasta que ese descubrimiento llegue, la comunidad científica admite las dos teorías y ambas se dan por válidas por lo que el agua podemos decir que tiene, hoy por hoy, una doble procedencia. Esta agua, sin embargo, no ha cambiado desde que se formó.


“El agua que bebemos hoy es la misma que se creó hace millones de años”


El cometa 67P en plena actividad (ESA/Rosetta/MPS-OSIRIS)



Y… ¿Por qué no fabricamos agua?


Para unir dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno se necesita de una gran cantidad de energía. El hidrógeno es un gas muy inflamable y el oxígeno potencia la combustión, por lo que el proceso de fabricación de agua artificial sería enormemente peligroso y también enormemente costoso. Además, el líquido obtenido sería puro, y carecería de los minerales necesarios para el correcto funcionamiento del organismo de los seres vivos.


La desalinización es hoy por hoy la alternativa viable para conseguir agua dulce a partir de agua salada. En algunas regiones del norte de Chile, por ejemplo, es prácticamente la única alternativa para suministrar agua potable a la población, pues hay localidades que no superan una pluviometría anual de 5 mm (sólo 5 litros por metro cuadrado en todo un año)


¿Adónde nos llevará el futuro?


Es difícil predecir lo que sucederá, pero lo que sí sabemos es que el futuro, en su mayor parte, depende de nosotros. Para conseguir un futuro equilibrado entre nuestra actividad como seres humanos y la naturaleza que nos rodea debemos de cambiar de mentalidad, prepararnos para nuevas formas de producir y de consumir, de vivir en definitiva. Este cambio pasa por replantearse hacia dónde vamos y cómo lo vamos a conseguir. Hemos llegado a un punto en el que van más rápido los efectos que ejerce nuestra actividad sobre la Tierra que los cambios a los que nos debemos ajustar para frenar esos efectos. Las voces de alarma se oyen desde hace tiempo, los científicos llevan décadas avisando, hemos visto imágenes de desastres medioambientales en los cinco continentes.


Suelo desconfiar de los mensajes catastrofistas, sin embargo nos debería de hacer reflexionar la frase que el astrofísico británico Stephen Hawking enunció: “el tiempo se agota para la Tierra”. Él y muchos otros piensan que la cuenta atrás ya ha empezado. ¿Es tarde para frenar esa cuenta?, quiero pensar que no, que aún estamos a tiempo de salvar el único mundo que nos tiene.



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